Victor siempre ha estado presente en las peñas de barrio o en guitarreos familiares. El pueblo chileno fue el primero en sacar a Victor de la clandestinidad, pero la censura a permeado nuestro quehacer como nación desde 1973. Tener a Victor presente como esta hoy en día, ha sido un trabajo de muchos años.
En los años ochenta se dieron los primeros pasos para el rescate público de la obra de Victor; el programa radial de Miguel Davagnino que tocó por primera vez en dictadura su música, o el sello Alerce de Ricardo Garcia que fue la primera publicación después del golpe de los discos de Victor en Chile. Estos dos pasos fueron importantísimos en el rescate de su obra. Además surgieron espacios en donde el arte popular local era el plato principal. Lugares como el Café del Cerro, El Trolley o Matucana. Pero los jóvenes tampoco quedaron pasivos. Para muchos de ellos cantar una canción de Victor era un acto de resistencia, y en enero 1987 las juventudes comunistas produjeron el primer Festival Victor Jara en el gimnasio León Prado de San miguel, que se llenó a pesar de la presencia no solo de Carabineros, sino también de la CNI afuera del recinto. El año siguiente, en una noche de mucho frío en pleno invierno, en una carpa circense instalada detrás del Pedagógico, se materializó el segundo Festival, con una convocatoria tan masiva, que quedó público afuera. El tercero fue en el Estadio Santa Laura, y ya se había transformado en una tradición.
Muchos artistas chilenos, acostumbrados a trabajar por una causa en común, y juntos, se vieron desorientados y solos una vez derrocada la dictadura. Empezó a primar la omnipotencia de los grandes grupos internacionales que empezaron a actuar en Chile, mientras las organizaciones sociales, que habían funcionado con fuerza en contra la dictadura, tendían a desarmarse. En estas circunstancias, y porque el Estadio Chile permanecía como un lugar de horror y muerte, adonde nadie quería entrar, decidimos con nuestro amigo productor Eduardo Alemany, organizar las Jornadas de Purificación del Estadio Chile, “Canto Libre”. Con la ayuda de muchos amigos desde el extranjero, estas jornadas se materializaron en Abril de 1991, y entramos todos juntos para nuevamente darle vida y cultura a ese lugar. Cientos de artistas participaron, y fue ahí que pensamos que una Fundación Victor Jara era posible y necesaria. Este acto inaudito, dirigido por Andrés Pérez, donde hubo un pasacalle con el Teatro del Silencio, donde alrededor de ochocientos artistas de todas las disciplinas tomaron parte, donde hubo una vigilia durante la noche bajo una carpa de circo instalada en los estacionamientos del Estadio, con Santos Rubio y otros cantores campesinos improvisando versos para las víctimas, ni una palabra de esto salió en los medios de comunicación. Este acto fue totalmente vetado por los medios, siendo que convocó a miles de espectadores y cientos de artistas después de la caída de la dictadura. Aun imperaba la censura.
Finalmente, después de largos trámites, la Fundación Victor Jara se legalizó en Octubre de 1993. Decidimos organizar la celebración de su nacimiento, no en Santiago, sino en el Alto Bio Bio, lugar donde Victor realizó su último viaje de investigación en Chile. Tenía en mente una obra de larga envergadura, buscando relatos, historias y lugares sobre la centenaria lucha Pehuenche, y de los campesinos contra los latifundistas. Solo pudo comenzar su viaje, y no llegó a completar el trabajo. Como una manera de dar continuidad, simbólicamente, la comunidad pehuenche del valle de Quinquen nos acompañó con una rogativa, y mientras una lluvia de varios días amainaba y el sol apareció sobre la montaña, nació la Fundación Victor Jara.
“Junto a ustedes.
Comunidad Pehuenche de Quinquen.
En este lugar tan bello, tan hermoso pero tan duro para la vida humana en el largo invierno. Nosotros que somos familia, de sangre y corazón, de Victor, hemos querido venir a celebrar el nacimiento de la Fundación Victor Jara.
Victor, hijo de campesinos pobres, era un hombre que amaba la vida, y buscaba siempre el contenido de sus canciones, entre la gente mas olvidada de este país. En las poblaciones urbanas, en las minas, entre los pescadores, las mujeres trabajadoras, entre los campesinos sin tierra, y los jóvenes sin trabajo, y para los niños vagos era su canción de cuna. Para su amiga Angelita Huenuman, tejedora Mapuche, su homenaje. Buscaba las raíces de su canto en la cultura propia de este continente, en la historia no escrita de la represión, y de la injusticia. En los anhelos mas profundos de su pueblo. Así, en una labor de investigación para una obra musical, vino a esta región hace mas de veinte años, para conocer la realidad de la vida e historia de sus lugareños. Estos son extractos de las notas de su viaje. Le quitaron la vida antes de que pudo componer la obra.”
‘Pero un dia la gente de los pinares estaba en paz. En son de guerra llegaron los hombres blancos dueños del trueno. Los Mapuches lucharon, cayeron, lucharon, un dia y otro día, tantos días y tantas noches, que los pehuenches perdieron la cuenta. Y con el mismo brío con que guerreaba el abuelo, seguía combatiendo el nieto apenas aprehendía el grito de guerra.’
Jose Seves lee notas de Victor
“Así le queremos entregar al Lonko, y a toda la comunidad, este recuerdo de un hombre que estaba cerca de ustedes, de vuestra lucha heroica por conseguir el derecho de vivir en la tierra de sus antepasados. Por conservar sus mas hondas raíces, espirituales y culturales, para proteger el entorno de la naturaleza, el bosque nativo y el árbol que da vida, el pehuén.
Nuestra Fundación, sus objetivos, es ayudar y apoyar a todos los Victor Jaras que puedan existir ahora, entre ustedes en tantas partes de Chile que les cuesta sacar su voz, pero nuestro deseo es darle todo nuestro apoyo. Queremos realmente contribuir a un movimiento cultural cuyos valores no están en la competencia, no son valores de lucro, sino de la verdadera expresión del pueblo de este continente.”
Habla Joan en Quinquen
Estas fueron las primeras metas de la Fundación hace veinte años. La mayoría han sido, sino logradas, por lo menos han estado presentes en nuestro quehacer.
En la primera época la Fundación funcionaba en una pieza facilitada por el Centro de Danza Espiral, en la Plaza Brasil. Permanecimos en contacto con la comunidad Pehuenche de Quinquen, ayudando con especies en los inviernos duros de esa región, y con talleres para la fabricación de instrumentos.
Empezamos a procesar lo que se convertiría en la columna vertebral de la Fundación, nuestro Archivo. Esto no solo era lo que se había logrado sacar fuera de Chile para el Golpe, sino todo el material guardado durante ese tiempo relacionado con la solidaridad internacional. Esto se fue logrando gracias a un esfuerzo independiente, con la valiosa ayuda de Paulina Sanhueza y Eugenia Arrieta, y luego también con recursos ganados por la Fundación provenientes de tres instituciones; Harvard University, Rausing Trust, and the Amiel Trust. Para la preservación y mantención de nuestro archivo no hemos recibido ninguna ayuda estatal chilena.
Se publicaron los libros esenciales como las Obras Completas con sus partituras, las recopilaciones folclóricas de Victor, y Un Canto Inconcluso, la biografía de Joan. Después vendrían los versos de Victor traducidos al mapudungun por Elicura Chihuailaf, y una serie de otros libros que fueron escritos y publicados por otros sobre Victor, que fueron un gran aporte para la Fundación.
Como institución sentimos que hemos llegado a un punto de inflexión. Un lugar desde donde tenemos que mirar lo que hemos logrado, y como podemos seguir adelante. Se nos ha dicho que la independencia tiene sus costos. Hemos vivido en carne propia, como en diez años se nos ha hecho cada vez mas difícil mantener la nuestra. La construcción de ese lugar en la plaza Brasil conocido como el Galpón Victor Jara, fue un intento de mantener viva la memoria de Victor en un ambiente de creatividad y propuesta. Como una inspiración, o como un lugar que albergaba a todos aquellos que se sentían a gusto ahí. Pero eso es todo un capitulo aparte.