Joan Jara y Holly Near: dos mujeres activistas y su encuentro de solidaridad con Chile

holly near joan jara y quilapayun

Holly Near (n. 1949) es una cantante norteamericana que a fines de los 60 tuvo una activa participación en los actos de protesta por la guerra de Vietnam, y desde entonces ha sido parte del movimiento feminista y por los derechos de la diversidad sexual. En 1974, en su canción “It could have been me” (“Podría haber sido yo”) denunciaba la muerte de Victor Jara y la violencia política en el mundo. En febrero de 1979, Near se reunió con Joan Jara y el conjunto Quilapayún en Minnesota, en medio de una gira por Estados Unidos. Participó con ellos en el concierto y hermanó su lucha con la del exilio chileno, cuando en Chile se habían cumplido cinco años de dictadura.

Con posterioridad al golpe de Estado de 1973, Joan Jara y sus dos hijas, Amanda y Manuela, salieron de Chile rumbo al exilio, al igual que muchos otros músicos, artistas y militantes cercanos al gobierno de Salvador Allende. Desde entonces, la experiencia del exilio fue una situación de vida contradictoria y compleja, donde el dolor y la resistencia se unieron en formas distintas de conexión con Chile y con las redes de apoyo y solidaridad en los países en que se encontraban. 

Para la familia de Joan, rearmar una vida después del asesinato de su esposo implicó no solo apoyarse en nuevos espacios de cotidianidad y resguardo para sus hijas, sino también asumir una tarea que Joan, valientemente, llevó adelante a través del testimonio, la denuncia y la movilización, en el nombre tanto de Victor como de las víctimas de la violencia estatal de la dictadura. En su libro de 1983, en el que condensa esta etapa de su vida y las reflexiones sobre la experiencia del pasado, Joan recuerda: 

“En diciembre de 1973 se celebró en París el primer gran concierto de homenaje a Victor. Casi de inmediato se organizó otro en Roma, en enero hubo uno en Berlín, en mayo en San Francisco, después en Essen y, a partir de ese momento, me pasé toda una década asistiendo a actos de solidaridad con aquellos chilenos que eran perseguidos por intentar liberar al país de la dictadura militar, en los cuales se me invitaba a hablar o simplemente a asistir. Recorrí Estados Unidos muchas veces, pasé un mes viajando por Japón; en más de una ocasión me invitaron a Australia, Nueva Zelanda, la Unión Soviética, Finlandia, Suecia, Dinamarca, Holanda, Bélgica, Italia, España y las dos Alemanias. Las invitaciones se hicieron aún más frecuentes después de que la televisión internacional emitiese un documental británico dedicado a Victor, titulado Compañero” (Jara 2020: p. 356).

La magnitud de la solidaridad internacional en los años posteriores al golpe de Estado, no solo impulsó la figura de Victor como símbolo de las memorias transnacionales de la resistencia, sino que en él se dio forma también a un contexto global en el que muchas mujeres, al igual que Joan, tomaron un rol activo en las luchas cotidianas por los derechos humanos. Tanto en Chile como en el extranjero, el papel desempeñado por cientos de mujeres activistas y militantes al interior de organizaciones, fue de gran relevancia para la creación y sostenimiento de la solidaridad con los exiliados, los presos políticos, sus familiares y la difusión de las campañas de boicot internacional a la dictadura. 

“Protesta solidaria por las mujeres desaparecidas” (1977). Colección digital de afiches de solidaridad internacional. Archivo Victor Jara.

En este contexto, desde los años setenta, Joan fue parte de la organización de actividades de la campaña Chile Solidarity Campaign en Inglaterra, y participó en el Festival de Mujeres en Hamburgo en 1986, junto a otras activistas por los derechos humanos de distintos países. Asimismo, acompañó muchas veces conciertos de Quilapayún o Inti-Illimani a beneficio de las organizaciones de solidaridad con Chile. Allí leía, en el escenario, traducciones de las canciones de Victor Jara, o daba el testimonio del crimen en contra de su esposo.

A comienzos de 1979, Joan Jara acompañó una gira por Estados Unidos de Quilapayún. Era un momento importante para el exilio chileno, porque las energías de denuncia sostenidas durante los primeros años estaban comenzando a menguar en la comunidad internacional. Es por eso que resulta interesante considerar el viaje como una instancia que buscaba conectar con las luchas de otros sectores progresistas en el mundo. En una de las conferencias de prensa de la gira, Rodolfo Parada indicaba que el problema de los disidentes chilenos era encontrar un modelo que pudiera aunar la diversidad de los esfuerzos en contra la dictadura, añadiendo: “Esperamos construir un gobierno democrático con la participación de todos los sectores de la sociedad» (Minnesota Daily, 1979).

Minnesota Daily. Vol 80, Nº 124 (27 de febrero de 1979). University Digital Conservancy.

La gira transcurrió por cerca de una quincena de ciudades, como San Francisco, Santa Mónica, Nuevo México, Texas, Chicago, Minnesota y Detroit. Joan y Quilapayún se reunieron con artistas como Jon Voight o Jane Fonda, y con reconocidas figuras en la lucha por los derechos humanos como Dennis Brutus. En el concierto que se efectuó en Willey Hall de la Universidad de Minnesota, el 27 de febrero, Joan Jara se reunió con la cantante y activista norteamericana Holly Near, que luego también participó del concierto

Holly Near era una figura importante del movimiento feminista y por la diversidad sexual en Estados Unidos. Esto otorga un especial valor a este encuentro, porque hermana las luchas y compromisos de ambas mujeres en las acciones por los derechos, el respeto y la libertad. El contacto y el diálogo entre Holly y Joan continuó durante los años posteriores.

Quilapayún, Joan Jara y Holly Near. Gira a Estados Unidos (1979). De izquierda a derecha: Ricardo Venegas, Guillermo García, Joan Jara, Holly Near, Rodofo Parada, Willy Oddó, Hernán Gómez y Hugo Lagos. Archivo Victor Jara.

Tres años antes, en 1976, el compromiso de Holly Near con los derechos humanos la había llevado a participar, junto al músico Jeff Langley y el colectivo feminista Wallflower Order Dance Collective, en otro de los conciertos en apoyo a la solidaridad con Chile en Estados Unidos, producido por el comité Non-Intervention in Chile (NICH), una agrupación creada primero en 1972 para apoyar al gobierno de la Unidad Popular, y que había organizado al poco tiempo del golpe de Estado una lectura de poesía en denuncia de la dictadura, enfocándose desde entonces en las acciones de apoyo y solidaridad con los exiliados (Power 2009). 

De todos modos, el mayor reconocimiento de Holly Near en ese momento venía de su participación, el mismo año 1976, en “Women on Wheels”, uno de los primeros conciertos multitudinarios que abordaba temas feministas, y también en el Primer Festival de Música de Mujeres de Michigan. Como parte del Women Music Movement de los años setenta, Holly Near impulsó el lugar de las artistas mujeres lesbianas a partir de un enfoque en la autonomía y el trabajo colaborativo, con su sello Redwood Records creado en 1973. Como la misma artista recuerda en su biografía, no fue fácil en este tiempo aunar su perspectiva política sobre el feminismo y la sexualidad, con otras de las luchas por los derechos sociales y la solidaridad internacional:  

“Las mujeres me han preguntado por qué hago conciertos en beneficio de Chile si mi compromiso es con las mujeres. La izquierda me ha preguntado por qué ya no me preocupo por las luchas globales y me dedico solo a la música de mujeres. Ambas preguntas me asombran. ¿Acaso no hay mujeres en Chile? Es importante que el movimiento se comprometa a acabar con el racismo y la opresión de clase, precisamente aquello que ha mantenido a las mujeres divididas hasta ahora” (Near 1990: 110).

En 1984, junto a Inti Illimani, Holly Near editó Sing to Me the Dream, el disco en vivo del concierto en Berkeley, y allí está “Hay una mujer desaparecida”, una canción en la que nombra a varias mujeres y luchadoras chilenas desaparecidas por la dictadura, como Michelle Peña Herrera, Nalvia Rosa Mena Alvarado, Cecilia Castro Salvadores, Ida Amelia Almarza, Clara Elena Cantero, Elisa Del Carmen Escobar,  Eliana María Espinosa y Rosa Elena Morales. En un artículo de la investigadora Patrice McSherry, esta autora cita una entrevista con Amy Bank, colega de Holly Near que trabajó en la coordinación política de sus conciertos. 

“Si bien las mujeres siempre han sido una parte importante e incluso líderes de la izquierda y el movimiento anti-intervención, creo que el trabajo de Holly y canciones como «Hay Una Mujer Desaparecida» fueron clave para infundir al creciente movimiento feminista una perspectiva internacionalista y, al mismo tiempo, infundir una perspectiva feminista en la izquierda internacionalista / antiimperialista” (McSherry 2023)

En su biografía, editada en 1990, Holly Near recuerda haber escuchado a Joan leer el último poema de su esposo en un concierto de solidaridad en México. Desde entonces, señala: “ya no te veo como Joan Jara, la viuda de Víctor, sino como Joan Jara, la bailarina. También eres Joan, quien estaba muy enamorada de Víctor Jara —cantante, director, escritor, padre, amante, esposo—, asesinado por la Junta con miles de otras personas en el estadio” (Near 1990: 186). Como es posible leer a través de estos testimonios, los fructíferos lazos que Joan y Holly forjaron desde su encuentro a finales de los setenta, permiten subrayar el importante rol de las mujeres en la organización y movilización por la justicia, el respeto, la dignidad y el amor entre las personas. 

Invitamos a revisar el documento del mes de marzo del Archivo Victor Jara, sobre el encuentro entre Joan Jara y Holly Near, así como también a investigar los documentos del Archivo sobre diferentes facetas de la colaboración y las acciones de solidaridad emprendidas por Joan Jara, en el Fondo Solidaridad y Resistencia. 

Lecturas sugeridas

  • Power, Margaret (2009), “The U.S. Movement in Solidarity with Chile in the 1970s”, Latin American Perspectives 169, Nº 6: 46-66
  • Jara, Joan (2020), Victor: un canto inconcluso. Santiago de Chile: Fundación Victor Jara 
  • Near, Holly (1990), Fire in the Rain. Singer in the Storm. William Morrow and Co: New York 

Esta tierra nuestra (1965). Un corto documental sobre la Reforma Agraria musicalizado por Victor Jara

corto documental reforma agraria

“Yo hago surcos a la tierra sin parar” (“El arado”, 1967).

 El reciente hallazgo efectuado por la Cineteca Nacional de Chile de un cortometraje sobre la Reforma Agraria, musicalizado por Víctor Jara en 1965, constituye una importante recuperación audiovisual, y nos permite recordar algunos aspectos de su obra y de quienes compartían preocupaciones similares en el período.

 El cortometraje, titulado “Esta tierra nuestra”, fue dirigido por Javier Rojas, y trata sobre el contexto en el que el presidente Eduardo Frei Montalva presentó al Congreso la nueva Ley de Reforma Agraria en noviembre de ese mismo año, promulgada en julio de 1967. A través de sus imágenes y sonidos, la película nos habla de las expectativas sobre el futuro, al mismo tiempo que nos permite subrayar un momento clave en la cronología de Víctor Jara, cuando este comenzaba a definir los aspectos de un trabajo con el cual se comprometería también durante los próximos años.

 El período de la Reforma Agraria que va desde 1962 a 1967 –entre la primera ley durante el gobierno de Alessandri y la Ley 16.640 presentada por el gobierno de Eduardo Frei—, fue un tiempo en el que se acentuó la necesidad de desarrollar una economía agraria e industrial, liberando al campo de las antiguas relaciones sociales del latifundio.

 Este proyecto provenía de las raíces de una sociedad urbana y moderna, caracterizada no obstante por profundas tensiones y contradicciones en los modos de mirar el campo y entender la urgencia de su transformación. Los dirigentes, académicos, artistas y representantes de distintas instituciones estatales se acercaron al mundo campesino, entre otras cosas, como sitio de una economía subdesarrollada, como objeto de nostalgia por las tradiciones arcaicas o, por el contrario, como espacio vivo desde el cual proyectar una identidad hacia el futuro.

 Notablemente, este mismo tiempo en el que se profundiza la Reforma, y que aparece en las inquietudes del cortometraje de 1965, fue también en el que Víctor Jara desarrolló una extensa y fundante labor artística, estrechamente ligada a su forma de interpretar al campesino, y que se expresó en el teatro y en su música. Víctor, hijo de campesinos pobres y sin tierra, observó este tiempo con esperanzas, como tantos otros miembros de las clases populares, para quienes la Reforma desplegaba los aires de una sociedad más justa, fundada en el trabajo y la participación  en el progreso de la nación.

Haciendo surcos a la tierra, las raíces del mundo campesino se elevan desde la experiencia de un artista comprometido con los olvidados. 

 “Víctor, hijo de campesinos pobres, era un hombre que amaba la vida y buscaba siempre el contenido de sus canciones entre la gente más olvidada de este país. En las poblaciones urbanas, en las minas, entre los pescadores, las mujeres trabajadoras, entre los campesinos sin tierra y los jóvenes sin trabajo”.  (Joan Jara, Quinquén, 1994)

 En el caso del teatro, Víctor trabajó junto con Alejandro Sieveking en reconocidas obras que acompañan la mirada cultural y política hacia las tradiciones campesinas. Las obras “Ánimas de día claro” en 1962,  y “La Remolienda”, estrenada el mismo año 1965, representan y evocan el presente, a través de los conflictos sociales que se perciben en la sociedad y en el campo. Respecto de “La Remolienda”, señalaba Victor: “Es un juego entretenido, que en el fondo, constituye una explicación de la necesidad que el hombre siente de volver a su origen más puro: el campo, en este caso” (Última Hora, 1965). Ambas obras, en definitiva, enmarcan este período sobre la Reforma, y corresponden también a un tiempo en el que el teatro universitario buscó salir al encuentro de los sectores populares, creando un influyente proyecto cultural y democrático. 

En esta primera mitad de la década del sesenta, Víctor había ya comenzado a colaborar con el conjunto Cuncumén, con quienes grabó en total cuatro discos, y participó en una extensa gira internacional que los llevó a diversos escenarios de la Unión Soviética y de Europa, presentando bailes y músicas campesinas de Chile recopiladas e interpretadas por el conjunto.

Además, se encuentra ya trabajando en sus primeras composiciones, y expandiendo sus intereses artísticos y creativos. En su primer disco solista, publicado en 1967 por el sello Demon, incluye canciones de importante connotación campesina como “El arado” o “El carretero”.

 A esta expansión de sus intereses artísticos responde también el acercamiento de Víctor Jara al cine. Desde la segunda mitad de la  década de 1950, el trabajo de cineastas asociados a la Universidad Católica y a la Universidad de Chile se aúna a los esfuerzos noticiosos de ChileFilms, generando un conjunto diverso de proyectos audiovisuales, muchos de ellos interesados por retratar la vida de los campesinos y del pueblo chileno. Además de la musicalización de esta película, Víctor Jara se acercó al cine posteriormente en otros momentos, ya sea mediante proyectos experimentales como fue el video de “Vamos por ancho camino” de Hugo Arévalo en 1972, o  colaborando con música para programas de televisión.

 A pesar de que aún desconocemos las condiciones específicas del trabajo de Víctor Jara en el cortometraje “Esta tierra nuestra” –alentando con ello nuevas exploraciones en el extenso archivo de su obra—, podemos ver y escuchar en este ejemplo el deseo de experimentar con todos los medios creativos, liberando las raíces del pueblo de las restricciones tradicionales, y haciendo del campo el objeto de nuevos proyectos de una sociedad democrática y justa, que reencuentra su identidad en la tierra y en los excluidos.  

Archivo Víctor Jara