La conversación giró en torno al trabajo artístico desde la memoria y los derechos humanos.
El pasado 10 de diciembre, en el contexto del Día Internacional de los Derechos Humanos, la Fundación Victor Jara realizó un íntimo conversatorio junto a artistas que trabajan desde la perspectiva de las memorias y los derechos humanos para reflexionar y revisar las experiencias de manera colectiva.
Participaron de la actividad Carlota Riveros, titiritera de marionetas e intérprete de teatro en miniatura; la ilustradora Francisca Yáñez; Francisco Villa, trovador y director del Coro Popular de Recoleta. Y además, Grisel Rico y Natalia Vargas, talleristas del curso de mosaico «Mujeres en trozos de colores» que se realiza actualmente en el Sitio de Memoria Estadio Victor Jara. Ambas son además parte de la Escuela Carnavalera Chinchintirapié.
Grisel Rico y Natalia Vargas comentaron brevemente de su trabajo en Chinchintirapié, una escuela que tiene un vínculo con Joan y Victor Jara, teniendo una visión de promover la cultura y las artes “desde la educación popular, desde los territorios, y no desde la perspectiva del espectáculo ni del show”, señalaron. Así también, indicaron que la Escuela lleva 18 años trabajando desde la autogestión.
Las talleristas explicaron, además, el foco de trabajo del curso de mosaico que desarrollan desde agosto en el Sitio de Memoria Estadio Victor Jara: “Lo interesante es que desde el mosaico trabajamos desde el término de la ruptura, del trozo, de cómo podemos quebrarnos pero aún así podemos reconstruirnos. Y eso a las chicas que son parte del taller les ha servido mucho, quienes también han fortalecido el trabajo colectivo, ayudándose mutuamente cuando, por ejemplo, a las adultas mayores que, por dolencias físicas, les dificulta cortar, otras compañeras cortan, mientras que ellas pegan el trozo”.
Por su parte, Carlota Riveros, previo a compartir su experiencia, presentó su obra en miniatura Luchín que narra la historia tras la canción del mismo nombre que escribió Victor Jara para su álbum La Población (1972) y que en su letra describe la cotidianidad de un niño que vive en las tomas de Barrancas.
Riveros contó cómo fue el proceso creativo de su obra de Luchín. “Primero Luchín fue un lambe-lambe, es decir, dentro de una pequeña caja cerrada se sitúa la representación teatral de las marionetas, por ende, quienes veían la obra quedaban demasiado sensibles con la historia, la mayoría terminaba llorando”, comentó la titiritera. “Por eso, decidí transformar el escenario, y contar este relato desde una maleta abierta”, aseguró.
“Contar la historia de Luchín fue porque yo estando en Francia, sentí la necesidad de recordar, de volver a mi memoria, porque me estaba reseteando. Y bueno, Victor Jara para mí representa a mis padres, hermanos, tíos y nuestra historia como país”, reflexionó Carlota Riveros.
La artista visual Francisca Yáñez detalló sobre su trabajo desde la ilustración de libros con enfoque a los derechos humanos, infancias y migración, principalmente. “Al trabajo que he estado realizando últimamente lo he denominado como La memoria histórica como pequeños destellos de lo infraordinario, y bueno, este último término se relaciona mucho con lo que trabajan las compañeras (Grisel, Natalia y Carlota) micromarionetas, los trocitos de mosaico. Y esas son las historias que a mí me interesan desarrollar, lo pequeño, lo que no está en los grandes relatos”.
Yáñez además comentó que desde su experiencia laboral ha reconocido que las infancias de todo el mundo tienen la misma sensibilidad y las mismas inquietudes frente a los temas. “Los prejuicios hay que meterlos al bolsillo, ellos se conectan mucho con el presente, lo que es ahora. Y eso me parece una conexión con la memoria, porque para mí, la memoria es todos los tiempos al mismo tiempo”.
La coautora de libros como Los derechos de los niños (2018) reflexionó y sostuvo que dentro del mundo de la memoria y los derechos humanos se debe evitar la idea de los “50 años del Golpe de Estado” ya que la dictadura estuvo por 17 años y sus efectos siguen vigentes, por ende, es presente y nos convoca a todas las generaciones. Yáñez también resaltó la necesidad y la importancia de abrir los espacios y hablar con quienes piensan diferente para que las discusiones sobre derechos humanos no queden cerradas en los grupos que ya comprenden esta pedagogía.
Por último, el trovador y director del Coro Popular de Recoleta, Francisco Villa, relató su experiencia dentro de la música y de la influencia de Mario Baeza Gajardo -quien fuera director y fundador de múltiples coros en Chile como el de la Universidad de Chile- en su visión y misión de trabajo.
Villa rememoró una conversación que tuvo con Baeza, donde este le dijo que tenía el anhelo de hacer cantar a todas las personas, no solo a quienes ya saben cantar, porque “no se trata de hacer cantar a los cantantes, el canto no es monopolio de los cantantes, si queremos un mundo mejor, tiene que cambiar todo el mundo, porque el canto es una necesidad biológica del ser humano. Yo quisiera hacer cantar a todo Chile”, le dijo Baeza a Francisco Villa.
Fue a partir de ese diálogo que el trovador decidió crear el Coro Popular de Recoleta, conformado por personas adultas mayores, quienes además estuvieron presente durante la actividad y participaron de ella, comentando las experiencias relatadas e interpretando las canciones de Victor Jara El alma llena de banderas y El Cigarrito.